Pero eso lo supe luego, cojones. Me refiero a que mis amigos se pajeaban, no a lo de la rebaja: en aquel malhadado asunto, aquellos tipejos eran más agarrados que un chotis, y no abrían el puño así les dieras con un martillo en el codo, los muy ruines. Resultado de mi vergonzosa ocultación de datos: confesaba de modo imperfecto, según aquellos cotillas que todo lo querían saber, y comulgaba a continuación sin estar preparado para el asunto en cuestión, con lo que siguiendo los dictados implacables de aquella panda de cabrones y de su dios, cometía tantos…
Escribo, luego existo.