Bon día, Arturete. Ya me disculparás la familiaridad en el trato, pero, con franqueza, es la mejor forma de dirigirme a ti que se me ocurre. Me explico. Arturo es nombre lleno de nobles resonancias, de sueños caballerescos, de esencias de eternidad. Como podrás comprobar, nada que ver contigo. Por supuesto, en tu caso tampoco procede el don delante del nombre, porque ese es un título que hay que conquistar, muy en contra de la creencia popular, qué le vamos a hacer. De lo de “molt honorable” hablamos otro día, si no tienes inconveniente, que es que hoy me viene…
Escribo, luego existo.