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Mes: diciembre 2015

Erbani

Despeinada y feliz me preguntas con voz ronca, anegada aún por el sueño, que  qué quiero desayunar. Me da igual el desayuno porque contigo,  bajo un sol amable y candongo, siempre es fiesta, no existe la prisa. Posiblemente me conformaría con morderte la nariz y ver cómo te vistes tras la ducha,  despacio y con mimos, pero tengo que pensármelo más despacio. Quiero que lleves la voz cantante, amore. Esta aventura en noviembre es para los dos, pero tú la mereces y la necesitas mucho más que yo. Al fin y al cabo, no soy más que un simple corsario…

¿Tarjeta o efectivo?

A estas horas, que ya son deshoras, las hadas del polvo danzan en los duros conos de luz que los halógenos proyectan sobre la barra del local. Sudando bajo su implacable resplandor se puede llegar a distinguir el brillo distante de los grifos de cerveza, casi cubiertos de hielo. Una música que quiere ser sutil y elegante desgrana sus notas ordinarias con estéril suavidad en las entrañas del bar. El resto del lugar está casi totalmente sumergido en una densa tiniebla, tan sólo acuchillada aquí y allá por las lámparas de los altos veladores. Sus modos y maneras me indican…

Cinco de diciembre

Hoy es el día cinco de diciembre de 2015. Un día más, uno como otro cualquiera de los otros de este año, o del pasado, o del anterior. Desde la ventana de mi despacho, oigo los mismos sonidos cotidianos, el mismo latir de mi ciudad. El chatarrero sigue voceando inmisericorde sus míseros negocios y los dominicanos que viven en la calle Quesada aún no han ajustado el volumen de su portero automático, así que toda la vecindad conoce sus ruidosas andanzas narradas a viva voz, sin pudor alguno, por ellos y por sus frecuentes visitas. La cercana iglesia sigue marcando…