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Gotham City… ¿o quizá Metrópolis?

batmanLos luminosos horizontes de Toronto, que acabarían convirtiéndose en el ya clásico skyline neoyorquino, o la oscuridad de enormes edificios, azotados casi siempre por una lluvia cruel, de una ciudad que podría ser cualquiera de las actuales. La fuerza de lo simple frente al indudable poder de lo barroco, de lo elaborado. El encanto sin pretensiones de las historias sencillas frente al perverso de la atracción por el abismo.  Dos mundos perfectamente disímiles, pero ambos realmente cautivadores, para grandes y para pequeños. ¿Dónde reside la fuerza de estas sedes imaginarias, de estas capitales del bien y del mal? Sin duda alguna, en el carácter de sus habitantes.

El gran dibujante Frank MIller afirmó, en cierta ocasión, que Metrópolis es Nueva York de día y Gotham City es la Gran Manzana de noche. Desde luego, la frase me parece francamente acertada: el contraste entre ambas ciudades es tan profundo  -sea de noche o de día-  como lo es el que separa las personalidades de los super héroes que las hicieron famosas.

El Hombre de Acero es el prototipo del héroe sin complejos, campechano y poco dado a la introspección o al sufrimiento personal, como no sea el que le inflige la kryptonita o su querida Louis Lane, novia eterna, única mujer en la que Kal-El ha posado sus poderosos ojos, para acabar casándose con ella y separándose después… o algo parecido, según la reaparición del héroe en los cómics de 2011. No es un héroe que haya pasado por su propio y particular descenso a los infiernos, por la simple razón de que todos y cada uno de sus superpoderes le han venido dados ab origine, sin necesidad de entregarse a un duro entrenamiento personal, en lo mental y en lo físico. Su principal trauma, el hecho de provenir de un planeta extinto, de unos padres que ya han muerto, no parece haberle señalado en demasía  -quizá por haber salido de su moribundo planeta siendo muy niño-   aunque con cierta frecuencia sea un ingrediente más de sus aventuras. Carece por tanto, creo, del componente trágico que debe de distinguir a un auténtico héroe, tipo de personaje que, desde los tiempos de Homero, se ve obligado a conquistar la gloria arrostrando siempre un grave problema personal. El supervillano  que se enfrenta y se enfrentará siempre a nuestro personaje, Lex Luthor, es una variante más del clásico científico loco, sin que llegue a aportar rasgo alguno de originalidad o de brillantez en ese sentido.

Frente al Ultimo Hijo De Krypton, se alza la figura, poderosamente trágica, del Hombre Murciélago. Desde la misma paleta de colores del cómic, se adivina ya el carácter fuertemente gótico del personaje, que me resulta mucho más «humano» que el amigo Superman. Batman se forja a sí mismo, forja su leyenda pagando un elevado precio en lo que a entrenamiento físico y mental se refiere. Lejos de nacer con rastro alguno de super poderes, debe conquistar su supremacía física e intelectual a través del sacrificio personal. Toda su historia pivota sobre el asesinato de sus padres, que deja una impronta imborrable en su carácter, su forma de ser y sus objetivos, lo que no le impide, por ejemplo, ser más activo que nuestro otro protagonista en lo que a relaciones con el sexo opuesto se refiere. Es un hombre que duda, que se tortura frente a numerosos dilemas y que consigue salir airoso en sus aventuras a base de una combinación de coraje, tecnología y buena suerte, ayudado, eso sí, por una inmensa fortuna personal. Su némesis, el Joker, es un psicópata desatado, que adora el mal por el mal mismo y que disfruta causando dolor y desolación entre sus víctimas: sin duda un tipo muchísimo más complejo y rico en matices que Lex Luthor, el sueño de cualquier buen guionista.

Por eso prefiero al Detective frente al Hombre de Acero. Me parece un tipo bastante más próximo a cualquier persona de la calle, si es que hablando de lo que hablamos se puede emplear una frase como esta, claro. Su esencia es oscura y siniestra, obsesiva, y mucho me temo que eso mismo le acerca mucho más a un tipo de la calle, normal y corriente, de lo que podría estar el luminoso Kal-El, con independencia de las distintas naturalezas de ambos. Su apariencia está pensada para atemorizar a sus enemigos, cosa que consigue a la perfección, y está muy alejada de la luminosa imagen de Superman.

Entiéndaseme bien. No estoy despreciando al primer superhéroe que llegó al mundo maravilloso del cómic. Gracias a él llegaron todos los demás, y eso es algo que siempre le agradeceré. Sus aventuras captaron mi imaginación infantil desde el primer momento, y volé junto a él en pos de magníficas hazañas, supongo que como la mayoría de los chavales de mi edad. Pero jamás consiguió llamar mi atención con la misma fuerza con que lo hizo el Caballero Oscuro, bien es verdad que a una edad bastante más madura…  No sé si será por eso, por cuestión de edad, o de similitud de caracteres o de simple estética  -afortunadamente, carezco de tremendas tragedias personales en mi vida-  pero me siento mucho más identificado con este romántico personaje, que se movería como pez en el agua en un relato de Bécquer o de cualquier miembro de la Stürm und Drang… como lo haría yo. Vaya, parece que ha quedado claro.

superman

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