Saltar al contenido

Los cuerudos

“Desde el fondo de la calle avanzaba una nube de polvo amarillento, denso, que se resistía a posarse de nuevo sobre la sucia tierra. En medio de aquella polvareda, como si flotase en ella, se dibujaba el grupo de jinetes más aguerrido que yo había visto en mi vida. Avanzando al paso con las riendas flojas mientras sus picas apuntaban hacia el suelo, aquellos fantasmas de la frontera resultaban inconfundibles. Enfundados en un uniforme azul con ribetes rojos, corbatín y pañuelo, capa azul y botas de montar, remataban sus siluetas sombreros cordobeses de negro cuero, endurecido y sucio como sus rostros. Pañuelos a la cabeza bajo los sombreros, para protegerse del sudor; coletas largas hasta la cintura, sujetas con un cordón de cuero crudo; chalecos de gruesa piel sin mangas que cubrían sus torsos, pensados para repeler las flechas y los lanzazos indios -prendas que ellos llamaban “cueras”- y una rodela con el escudo de España que colgaba de sus monturas. Y como complemento a aquella poderosa imagen, sugerente y evocadora, dos pistolas de arzón, una larga espada y un rifle Brown Bess. Mientras, los caballos, cubiertos de sudor y de polvo, agotados a ojos vistas, piafaban tranquilos al pasar ante el numeroso público que se iba congregando entre murmullos de admiración.
Toda aquella escena me entró por los ojos como un torrente, me sacudió con la fuerza amenazadora de una visión y me dejó perplejo, pegado al suelo: contemplaba, sin duda alguna, la conjunción perfecta entre mi amor por los nobles brutos y mi adoración por las historias heroicas del padre Macario, que se agitaban una y otra vez en mi caletre.
-Hijo, ¿nunca habías visto a los soldados presidiales? 
Leocadio González había aparecido a mi lado y contemplaba, entre divertido y preocupado, la expresión de mi rostro. Le llamaría la atención, quiero suponer, la mezcla de estupefacción y de arrobo que debería leerse en el mismo.
-Pues… pues no, señor González -respondí a duras penas-. Había oido hablar de ellos, pero nunca les había visto. ¿Estos son los que llaman dragones de cuera?”

En breve podré ofreceros las aventuras por la Nueva España de mi amigo Diego Bermúdez de la Gándara, dragón de cuera…

18 sem

Comentarios desde Facebook

Publicado enComancheríaGeneralVerano 2022

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.