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¿Qué hacer?

Es casi una experiencia religiosa, que diría un tonto de los cojones que yo me sé, y además una que sufrimos todos, todos los puñeteros días. ¿Por qué siempre tiene que haber un gilipollas en un bar, preferiblemente uno de tus favoritos, que insiste en vaciar la barra, en no enterarse de que es un débil mental, que su conversación no le interesa a nadie y que hace un flaco favor al dueño del garito espantándole clientes habituales y, para más inri, dejándole a deber? En el próximo programa de bachiller con el que nos castiguen los siguiente robaperas que pasen a gobernarnos, habría que incluir una asignatura obligatoria  -Lenguaje Corporal y Visulización Cromática-  para que esta estirpe de subnormales que no cesa  -como el rayo-  aprendiera, siquiera fuera por asomo, a leer los signos y a no molestar a los demás con los azares propios de sus estúpidas existencias, contingentes por demás. Joder, qué noche, con lo caras que están las copas…  X-(Borrachos (1)

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