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Etiqueta: amor

No es verdad

No, no es cierto en absoluto, aunque eso ya me lo maliciaba yo. Un clavo no saca otro clavo, al menos no en todas las ocasiones. Depende de la calidad de ambos, del material del que estén hechos y, sobre todo y ante todo, de lo profundo que el primero haya llegado a clavarse, del daño que haya infligido en la carne y en el alma, de la huella que deje al retirarse. Hay algún guasón por ahí, en la marabunta tremenda de la red de redes, que afirma que quien apoya semejante frase no tiene ni idea ni de…

Rumor de floretes (Fantasmas del Paraíso, VI)

«Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿qué valdría la vida» Jacinto Benavente, «Pasión» «Delante de  mi marido te digo que a ver cuándo me llevas a pasar la noche en ese hotel que tanto nos gusta a ti y a mí.» «Delante de tu marido te digo que cuando tú quieras, querida, sin más explicaciones.» Y efectivamente, tu marido estaba allí, aunque ajeno por completo a la peligrosa demostración de esgrima a la que tú y yo nos entregábamos con tanto descaro como nos era posible, absolutamente embelesados por la intensidad del momento,…

Muñeco roto (Fantasmas del Paraíso, V)

Eres, sin discusión alguna, corazón,  la mujer que más daño me ha hecho en mi vida. Poco sospechaban mis veinte años, nada más conocerte, que lo nuestro  -sería mucho más ajustado a la realidad decir «lo mío» a secas, o  «lo mío contigo»-  iba a acabar en tragedia. Al menos, así lo vivió mi pecho, henchido de vida y de juventud, poco acostumbrado al sufrimiento y al pesar de cualquier clase. Muy posiblemente, a estas alturas de mi travesía,  la cosa no hubiera pasado de un disgusto de fin de semana, quizá ni eso, pero en aquellos entonces, rodeado por…

Aire (Fantasmas del paraíso, IV)

  Apenas nos separa un delgado cristal y un par de metros de aire limpio, frío y ajeno, y parece como si toda la inmensidad del Gobi se extendiera entre nosotros con su inconmensurable presencia, querida. Hace escasos minutos que has entrado en la calidez de este local, que nos acoge cada noche como si de un útero amigable se tratase, con un suave revoloteo de pestañas, con un coqueto aunque discreto taconeo. Tu aparición ha logrado, como tú ya sabías, captar la atención de todos los presentes; nunca falla. Las mujeres sisean sus viperinas envidias, su tan femenino despecho…

Tras los visillos (Fantasmas del Paraíso, III)

Ayer, durante uno de mis interminables paseos, reparé repentinamente en la presencia de aquella casa. Desde luego, el mero hecho de fijarme en su mole no tenía importancia alguna, puesto que paso junto a ella todos los días, dado lo repetitivo del recorrido que suelo describir. Sin lugar a dudas, sería la vergüenza de cualquier caminante que se precie, pero es lo que hay: me vale para fortalecer mis tristes piernas, y eso, de momento, es más que suficiente. Me ayuda, además, a concentrar mis pensamientos, a enfocar todo el poder de la mente consciente en muy diversas meditaciones sobre…

Fantasmas del Paraíso

“Regocijaos, oh jóvenes,en vuestra juventud…” Eclesiastés Pobláis la foresta de mis recuerdos como una tribu de mágicas amazonas, siempre dispuestas a manifestarse a la menor oportunidad, a arrancarme el alma a base de nostalgia, con ese dolor profundo y terrible que causa el certero conocimiento de que aquellos tiempos de ensueño ya no volverán jamás. Puedo ver todos vuestros rostros con cristalina claridad, mientras danzáis, hermosas y crueles, en la difusa frontera que separa, cada vez con mayor frecuencia, la realidad de la fantasía, lo vivido de lo soñado. Os amé a todas, pero no todas me correspondisteis, no todas…