Pues, efectivamente, y como era de sospechar, he estado la friolera de casi cuatro años sin escribir ni una sola coma en este querido blog. Supongo que ello se deberá, entre otras cosas, a que no habrán ocurrido incidentes dignos de mención en todo este tiempo, o a que no habré tenido las ganas suficientes de comentarlos, claro. Por otra parte, parece que empieza a picarme de nuevo el gusanillo de la blogosfera, de manera que vamos a dejarle que pique cuanto guste, a ver si en esta ocasión consigue sus propósitos, el pobrecillo… Sigo resistiéndome a enviar noticias sobre…
Escribo, luego existo.