La sombra del verano es alargada, como la del ciprés que hizo famoso a Delibes o la que sin duda proyectaría aquel enhiesto surtidor de sombra y sueño que hechizó a Gerardo Diego en el silencio de Silos. La sombra de mi verano es, por extraño que pueda parecer, un largo chorro de luz alegre y limpia, aunque moribunda. Y si os fijáis, en ese haz luminoso navegan una mosca y su sombra. Supongo que ella también dice adiós al verano, si bien en su caso la despedida es definitiva. En lo que a mi respecta, espero tener de nuevo…
Escribo, luego existo.