Kevin, un joven dominicano nervioso y membrudo, se mueve sin parar detrás de la barra de este pequeño local, que mi tribu de adopción ha convertido en uno de sus lugares favoritos en Bávaro. Nada más llegar, nos encontramos con otro compañero de aventuras, que nos estaba esperando ya con un gin tónic en la mano para ir calentando motores. -Buenas tardes, amigo -saludamos ambos. -Hola, qué tal -saluda el otro, con su pelotazo a tiro. -¿Como ha ido la tarde? ¿Te ha gustado lo que has visto, Mariano? -Hombre, lo cierto es que vengo impresionado por muchos motivos,…
Escribo, luego existo.