
Siempre digo que soy un hombre afortunado y vive Dios que así es, por muchos y muy diversos motivos. Ayer fue un día inolvidable, mágico, lleno de alegría y de reencuentros, una jornada que dejó en mí un recuerdo que me acompañará hasta el final de mi singladura.
Claro, no podía ser de otro modo. Más de cien amigos, cuya amistad tuve el privilegio de conquistar en distintas épocas de mi vida y aún conservo, tuvieron la gentileza de acompañarme en la presentación de mi primera novela, «Jinetes en la niebla», regalándome su presencia y prestando amable atención a lo que yo tenía que contarles. Tan solo lamento no poder haberles atendido a todos con el cariño que yo hubiera deseado, pero este tipo de eventos son terriblemente vertiginosos y te arrastran a su antojo aunque te resistas a ello.
Carmelo Segura, mi editor y propietario de Entrelineas Editores, que ofició como maestro de ceremonias; su esposa María Eugenia González, atenta a las ventas del libro; mi nuevo amigo Miguel Rubio Aguilera, escritor ya consagrado que se prestó generosamente a presentar a un recién llegado como yo; mi querida amiga Marisa Somoza, de Librería Reno («los libros más güenos», Güiti 😀); Luis Rodríguez Escudero, mi amigo Fu, de Widevents Company, a cargo de la retransmisión del evento; Vicente Cintero, director comercial de la Casa de la Comunitat Valenciana, que cedió amablemente la sala donde nos reunimos; Juan José Rodríguez Méndez, «Kiva Rodmen», otra amistad impagable, autor de las ilustraciones interiores de la obra; Rodrigo Pérez Castaño, fotógrafo profesional y autor de la foto de la solapa, y, cómo no, Javier y Maríví Amírola Martínez, mis imprescindibles Amírolas, de «Échate Flores», que llenaron de color y de buenos deseos nuestra mesa con un elegantísimo centro de flores. A todos, un abrazo emocionado y mi agradecimiento, de corazón.
Y a vosotros, mis amigos y desde ahora lectores, mil gracias por vuestro cariño y apoyo incondicional. Espero, por favor, vuestros comentarios, sugerencias y críticas por wassap, correo o cualquier otro medio que esté a vuestro alcance: es la única forma de mejorar, la manera de alcanzar la excelencia. Prometo volver a daros la brasa muy en breve con las criaturas de mi imaginación y, antes de nada, procuraros un ejemplar de «Jinetes en la niebla» debidamente dedicado a todos cuantos no pudisteis adquirirlo ayer, que fuisteis muchos.
En fin, creo que resulta difícil de creer que hace muy poco tiempo estuviese agonizando en la cama de un hospital, pero así es la vida porque así lo quiere Fortuna, y no existe humano alguno capaz de enmendarle la plana a tan poderosa dama.
Sin duda alguna, soy un hombre afortunado.
Un abrazo muy fuerte para todos y un millón de gracias. Os quiero.
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